Según datos oficiales en el país, más de tres millones de personas devengan este sueldo que, de acuerdo con varios análisis, no alcanza a cubrir las necesidades básicas puesto que cada año los gastos de las familias sufren incrementos mayores al incremento del salario mínimo. Este factor, entre otros puntos de discusión relacionados, es lo que se está debatiendo entre trabajadores y empresarios en el país en estos días.
El ambiente laboral y económico en el que se dan estas discusiones está marcado por señales encontradas. De una parte, el país continúa con su muy favorable dinámica de generación de empleo. En octubre se registró el mayor número histórico de personas ocupadas en el país, se tuvo la tasa más baja de desempleo de los últimos diez años y los nuevos puestos de trabajo se han generando, en buena parte, en los sectores formales, como la industria y el comercio.
A pesar de los logros obtenidos, las cifras acerca del mercado laboral colombiano siguen mostrando que el gran problema lo constituyen los altos niveles de informalidad. Estos niveles continúan por encima del 50 por ciento y hay ciudades del país donde este guarismo es cercano al 70 por ciento.
En este sentido, se puede observar que hay diferentes criterios de qué datos tomar cuando se calcula el salario mínimo.
Algunos sostienen que al ser Colombia el tercer país con mayor desigualdad en el mundo y que el crecimiento no se ha distribuido de igual manera en los diferentes sectores, un criterio efectivo es crear propuestas distintas a incrementar el salario mínimo con base en la inflación y ciertos puntos porcentuales referidos a la productividad.
Sin embargo, los trabajadores también están pidiendo que a la inflación causada, la inflación esperada y la productividad, se le incluya el dato del crecimiento económico del país, que este año podría ser del cinco por ciento (causado principalmente por la exportación de barriles de crudo, petróleo, oro y niquel).
Si nos dejamos guiar por la tendencia de años anteriores en la decisión final se tendrá en cuenta un punto por productividad, el dato de la inflación de este año (que podría estar un poco más arriba del 3,5 por ciento) y el rango meta del 2012, que fijó el Banco de la República entre el 2 y el 4 por ciento. Aunque indican que en la mesa también se está pidiendo que se incluyan asuntos como una política de control de precios a varios productos de la canasta básica, tales como servicios públicos, combustibles, medicamentos y otros.
En definitiva, la forma como se determina el salario mínimo, las variables que se examinan, los actores que participan en dichas discusiones, la necesidad de considerar las diferencias que se presentan entre grupos sociales, regiones y los sectores rural y urbano, deberían ser objeto de revisión. De todas formas, la determinación del salario mínimo debería responder a una estrategia nacional eficiente en la generación de empleo y formalización del trabajo.
